Tenía su entrada este patio por el nº 4 de la calle López, ahora Teniente Riera. Entrando por el portón podíamos ver el patio contorneado por casas bajitas adosadas y a la izquierda según entrábamos se encontraba la capilla, totalmente cerrada con una negra reja que hacía inaccesible la entrada.
Desde la reja podíamos ver justo enfrente al Cristo, en lo alto de un altar adornado con todo tipo de guirnaldas, candelabros, flores y luces, dos columnas que flanqueaban el retablo, así como unos escalones por donde se subía al altar y unas barandillas metálicas que marcaban el camino hacia el ara. Al lado del altar había una puerta por donde se accedía a una especie de sacristía.
A ambos lados de la capilla, se encontraban, en la pared, una urna acristalada donde las gentes depositaban sus votos (piernas, manos, cabezas, etc.) según el milagro que hubiera recibido del Cristo.
Ya en el exterior de la capilla había un cepillo para recoger las limosnas que la gente depositaba y que se destinaban a cubrir los gastos de mantenimiento que la capilla originaba, de esta manera al Cristo no le faltaban flores ni otro tipo de cuidados. También fuera de la capilla se encontraban unos soportes donde se colocaban las mariposas, (pequeños recipientes con agua y aceite donde flotaban unas lámparas de cartón con el pabilo en el centro), éstas, estaban encendidas todo el día y cuentan que durante la guerra civil española, que Algeciras fue una ciudad como tantas otras desabastecida de alimentos de primera necesidad y donde tanta gente pasó hambre, a este Cristo, que tanta devoción despertaba y tantos milagros se le atribuían, jamás le faltó una botella de aceite para que las mariposas permanecieran encendidas día y noche.
La propietaria de este patio que tanta fama llegó a alcanzar entre propios y extraños era Dª. Concepción Cardona Juliá. Viuda de Navarrete, y del cuidado de este Cristo y su Capilla se encargaba una señora, vecina de una de las casitas del patio de nombre Isabel Difarque.
Durante la República, la capilla también fue como muchas otras, objeto de vandalismo y fanatismo mal entendido, y en sus paredes pulcramente limpias y cuidadas aparecieron un día pintadas de mal gusto como «viva Gabriel y Galán» y otros escritos que nada tenían que ver con la inofensiva capilla ni con su Cristo.
Dice Don Cristóbal Delgado en sus libros, que el patio fue derribado en 1965, con la intención de salvar o respetar la capilla, pero todo quedó en proyectos que nunca se llegaron a cumplir.
Hoy día, se le recuerda en una placa de cerámica que adorna el chaflán de la fachada del supermercado Supersol en la calle transversal Teniente Maroto.
Información recopilada por Fernando Ruiz Parias